“¡Quieto todo el mundo!”, eso es,
que nadie se mueva, esto es un Golpe de Estado.
Yo representaba al Estado, ¿Cómo
me iba a tirar al suelo? La investidura de Calvo Sotelo transcurría con
normalidad cuando Antonio Tejero irrumpía en la salita del Palacio del Congreso
donde nos encontrábamos. Todo el mundo se escondió bajo sus escaños
atemorizado, bueno, todos no, mientras el golpista Antonio Tejero descargaba su
pistola contra el techo, Gutiérrez Mellado, Santiago Carrillo y
yo, nos manteníamos de pie, dando la
cara, manteniendo la dignidad de la democracia. Varias veces se me pasó por la
cabeza qué dirían los titulares de los periódicos al día siguiente: ¿El
presidente murió de un tiro en la espalda cuando estaba tumbado en el suelo? Eso
me rebeló, si me mataban tenía que ser cara a cara. Mi fuerza de valentía
desapareció cuando Tejero me puso la pistola en el pecho testificando: “Usted
ya no es el presidente de nadie”. Yo tenía la boca seca y me temblaba la voz
cuando le contesté: “¡Pare esto antes de que ocurra una tragedia, se lo ordeno!”
Esperamos largas horas en aquel infierno mientras que en Valencia Milans del
Bosch declaraba el estado de excepción y desplegaba su división por las oscuras
calles de Valencia. Ya era de noche, sólo nos quedaba la acción de nuestro rey,
estábamos perdidos. El rey Juan Carlos se aseguró la fidelidad de los mandos militares
y ordenó con éxito la retirada de las tropas de del Bosch. Junto con la
negativa del rey llegaba mi esperanza, a las 23:50 de la noche la Armada entró
en el Congreso. Tejero empezó a perder los estribos gritando “¡Por España, todo
por España!”. Entonces fue cuando me puse de pie, con la mirada fija en mi
enemigo, gritándole “¡Cuádrese, está usted perdido!” Tejero, desconcertado, abandonó la sala a las 10:30 del día 24, la
democracia había ganado y con ella, mi compromiso con la libertad.
Basado en una entrevista real del
expresidente del gobierno Señor Suárez.
Esta, si bien no es mi
experiencia ni la de mis familiares, creo que es más relevante al ser de alguien
que lo vivió en primera persona.
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