Voy a contar la experiencia del 23F de mi padre José Antonio Jiménez
García, que por aquellas fechas contaba
con 14 años de edad. Vivía en Ermua (Vizcaya), y como otros tantos días, había ido al
entrenamiento de las siete y cuarto de la tarde con la S.D. Eibar (Guipúzcoa). Durante el entrenamiento se
oyeron comentarios del entrenador con distintos directivos relativos a “que
estaba sucediendo algo grave”. Sobre las nueve y cuarenta y cinco de la noche y de regreso del campo de Ipurua hasta la parada de autobús, le sorprendió la poca gente que se veía por
la calle. En el autobús de regreso a
Ermua, mi padre iba solo en compañía del conductor, el cual le comentó que
estaba pasando algo serio en el Congreso de los Diputados. Ya de llegada a su pueblo, también le extrañó que le estaba esperando mi
abuelo en el portal y ambos subieron al piso y éste le comentó que estaba
oyendo la radio y que había habido un asalto por los militares al Congreso de
los Diputados y que peligraba la “Democracia”. Ya durante toda la noche mi
abuelo no se separó del transistor.
Juan Carlos I, en su comparecencia pública tras el golpe del 23-F.
Antonio Tejero, poco después de irrumpir en el Congreso.
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