El 23 de febrero de 1981 se produjo un intento de Golpe de Estado de la mano del teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, llegando a asaltar el Congreso de los Diputados y dejando una huella en el techo de este con dos agujeros de bala. El golpe resultó fallido, en parte gracias a la rápida reacción del rey emérito Juan Carlos I, y se mantuvo la forma de gobierno hasta entonces, con el poder ejecutivo en manos de Adolfo Suárez como presidente del gobierno.
En mi familia, el Golpe se vivió de forma diferente en ambas familias. Por parte paterna, solamente mis tíos más mayores, los cuales se encontraban en Soria o en San Esteban de Gormaz estudiando, se percataron del peligro del golpe de tejero, mientras que mis abuelos, mi padre y mis tíos más pequeños no se percataron del peligro real de esta situación, ya que en mi pueblo (Soto de San Esteban) no existían casi comunicaciones y el día se vivió trabajando como un día normal, hasta que llegaron las noticias ya después del golpe, por lo que no causó mucha preocupación
Desde mi familia materna, en cambio, sí que se sufrió una ardua preocupación. Mi madre y mis tíos no tuvieron un conocimiento real de lo sucedido, ya que tenían una edad escasa de 1, 6 y 9 años, pero mis tíos abuelos, numerosos y casi todos viviendo en Soria, y mis abuelos se comenzaron a preocupar por las noticias que llegaron, iniciándose llamadas a Navaleno y a Zaragoza, hasta que pasó el día fatídico y se volvió al cauce normal.
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