Mi padre me conto una vez como paso el día del golpe de estado del 23 de febrero de 1981. En aquel año mi padre estaba cursando el bachillerato en el instituto de chicos que había en Soria. Tenía clases por la mañana y por la tarde, no como ahora que están todas las clases unificadas en horario de mañana.
Al salir de clase ese día por la tarde acudió a su casa a preparar los deberes de las clases del día siguiente, especialmente me llamo la atención, que tenía examen de filosofía. Mi abuela estaba con él en casa y siempre tenía el transistor encendido. Era imprescindible el ruido del aparato, estaba todo el día encendido aunque nadie lo escuchara. Al parecer la radio dejo de sonar sin saber porque y mi abuela empezó a tocar el dial para encontrar una emisora. Cuando encontró una emisora oyó algo de tanques por las calles de Valencia y de que se había fijado un toque de queda. Llamo a mi padre y le dijo lo que había escuchado en su radio y mi padre le dijo que sería algún fragmento de alguna novela. Al insistirle tanto su madre fue a encender la televisión y no funcionaba, como si estuviera rota al no aparecer imágenes en la misma. Mientras tanto, mi abuela se fue a casa la vecina a charlar con ella y contarle lo que le había escuchado.
Mi padre me dijo que no llego a comprender la situación hasta el día siguiente porque siguió estudiando filosofía y no reparo en lo que estaba sucediendo.
Por la mañana del día 24, llego a clase y todos los compañeros le comentaron lo que estaba pasando y tomo conciencia de lo que había oído su madre en la radio. Como la vida sigue, las clases comenzaron en su horario y la labor de los estudiantes fue tratar de persuadir al profesor de filosofía para que retirara el examen hasta unos días después de ver como evolucionaban los acontecimientos. Pero el señor dijo que pasase lo que pasase había que seguir cumpliendo, ellos con sus obligaciones y el con las suyas. Así que el examen fue realizado por los alumnos. Cuando llego el recreo de las once, mi padre salió con sus amigos y se fueron a un bar cercano al instituto donde había más gente de lo habitual escuchando la televisión. No se oía un ruido distinto a la voz del comentarista televisivo. Hasta que en una imagen de la tele se empezó a ver salir gente por una ventana del congreso, que el comentarista identifico como guardias civiles, que supuestamente eran parte de los golpistas que habían entrado por la fuerza en el Congreso. No acudieron al resto de las clases de la mañana y siguieron el desarrollo de los acontecimientos en el bar hasta la hora de ir a comer a casa.
Después de haber pasado varios años y las distintas versiones de los hechos, llego a entender los momentos tan importantes en la historia de España que había vivido, como un ciudadano pasivo, que vio la retrasmisión de un acontecimiento histórico por la televisión, como si se tratase de un partido de fútbol en un bar, acompañado de muchas personas asombradas de lo que estaban viendo.
Imágenes del asalto al Congreso:
Imágenes del asalto al Congreso:
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