En
1981, cuando tuvo lugar el intento de golpe de estado del teniente
coronel Antonio Tejero en el Congreso en Madrid, mi madre no era más
que una niña, por lo que no recuerda nada de aquel momento histórico
para nuestro país. Sin embargo, el año siguiente, en un país al
otro lado del Océano Atlántico, comenzó una guerra, la Guerra de
las Malvinas, como me cuenta mi padrastro que por aquel entonces
vivía en Argentina.
Para
contarme este pedazo de historia de aquel lejano y extenso país a
cuya capital se mudó en el 1971 con once años, ha retrocedido una
década en el tiempo para ponerme en situación y que así yo, y
ahora vosotros, seamos capaces de entender lo que allí ocurrió.
Lo
primero que me ha contado ha sido el regreso del dictador Juan
Domingo Perón, en 1973, cuando él no tenía más de 12 años. Es
cierto que no tenía ningún tipo de noción sobre política y que
para él era simplemente un presidente más, pero aun así, recuerda
claramente como el pueblo enloqueció por la vuelta de un presidente
que ya había ejercido ese puesto en dos ocasiones anteriores,
gracias a las que se había ganado el cariño de los ciudadanos
argentinos (no de todos, obviamente, pues había grupos contrarios
que incluso atentaron contra población peronista en la su
embestidura). Con el tiempo supo, y supieron, que entonces Perón no
era más que una marioneta en manos del ministro López Rega, que era
quien tomaba todas las decisiones que debería estar tomando el
presidente, ya mayor. A la muerte del presidente, me cuenta que le
sucedió su esposa, conocida como Isabelita, que fue la primera mujer
en acceder a ese cargo en Argentina y que gobernó junto a López
Rega (de igual manera que su difunto marido) hasta 1976, cuando un
golpe de estado militar la derrocó del poder y dio lugar a la peor
dictadura que Argentina ha conocido (autodenominada Proceso de
Reorganización Nacional). Entonces se estableció un toque de queda
que todo el mundo debía cumplir, se suprimieron algunas otras
libertades y se mantuvo la situación de hambre y pobreza. En el
círculo cercano de mi padrastro no ocurrió nada de esto por
fortuna, pero recuerda como, a parte de la gran represión contra
todo el que tuviera otros ideales políticos, se sucedieron miles de
desapariciones.
La
moral del pueblo argentino estaba por los suelos y no estaban nada
contentos con el régimen militar que les oprimía. Fue entonces
cuando, para levantar la moral de los ciudadanos y saciar su sed de
patriotismo, los militares decidieron emprender la conquista de las
islas Malvinas (inglesas) en 1982. Y funcionó. Al pueblo le
entusiasmó la idea, sobre todo porque desde el principio dieron por
ganada la guerra ya que al estar tan lejos de Inglaterra no contaban
con que se molestaran demasiado en protegerlas. Craso error, ya que
la primera ministra inglesa, Margaret Thatcher, prometió recuperar
las islas, y con la mayor determinación lo consiguió. Eso sí, a un
gran precio para los argentinos, para quienes esta guerra se
convirtió en una masacre para lo corta que fue (poco más de dos meses), ya que comenzaron a enviar al frente
soldados de reemplazo sin instrucción ni experiencia, por lo que
eran prácticamente carne de cañón. Pero eso en Argentina no lo
sabían, allí no eran conscientes de los ataques del ejército y la
marina ingleses. De hecho, dada la euforia y el desconocimiento del
momento, incluso mi padrastro se presentó como voluntario para ir a
luchar a las islas, pero por fortuna no lo llamaron. Obviamente, en
cuanto se enteraron de la situación de los soldados enviados a las
Malvinas, el descontento del pueblo con los militares aumentó y
eligieron como nuevo presidente a Raúl Alfonsín por medio de unas
elecciones democráticas (1983-1989).
Espero
que mediante este ejercicio de historia oral, seamos capaces de
darnos cuenta de que cada suceso, cada momento histórico, tiene
tantos puntos de vista como personas que lo viven, y que aunque
nosotros nos centremos en estudiar la historia de nuestro país, hay
que aprender que la lucha e intento del ejército por conseguir el
poder a la fuerza es una constante en la historia universal, unas
veces lo consiguen y otras no. Hoy nosotros tenemos que agradecer que
en 1981 aquí no lo consiguieran y que vivamos en la libertad que
siempre hemos conocido y que quisieron arrebatar a nuestros padres y
abuelos cuando casi recién la habían recuperado.
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