Era lunes aquel 23 de febrero de 1981. Mi padre, Ángel, estudiaba
Periodismo en la Facultad Autónoma de Barcelona, pero en los momentos en que se
dio a conocer el golpe de estado se encontraba no en el Campus de Bellaterra,
sino en su piso de alquiler estudiantil en Sabadell. Y esto es lo que me contó:
"Me quedé
estupefacto y muy preocupado. Aquellas primeras informaciones eran muy
inquietantes. Y las imágenes que después fue emitiendo TVE todavía mucho más
preocupantes. Me pasé toda la noche viendo la televisión y escuchando la radio.
Y como tantos otros millones de personas quedé muy tranquilizado tras escuchar
el discurso del rey poco después de la una de la madrugada. Además,
curiosamente el teniente general de Valencia implicado en el golpe de estado,
Milans del Bosch, había sido mi general cuando hice la mili años atrás en
Valencia, y no guardaba buen recuerdo de él puesto que nos hizo esperarle más
de una hora a que pasara revista a la tropa y tuvimos que estar en posición
militar bajo la lluvia durante bastante tiempo. Por otra parte, dado que el soriano
Manuel Núñez Encabo era el diputado que iba a votar en la sesión de investidura
de Leopoldo Calvo Sotelo al irrumpir Tejero con sus guardias civiles y disparos
en el hemiciclo, seguí con mayor expectación todo lo que los medios de prensa
daban a conocer. Y lo mismo hice al día siguiente desde casa pues no fui a la
Universidad, como igualmente hicieron muchos de mis compañeros de curso. Y
hasta que no comenzaron a salir los diputados hacia las 12:15 horas no respiré
tranquilo, la verdad sea dicha. Fue
todo muy impactante. Y yo particularmente estaba muy cabreado ante este
intento de golpe de estado por parte de los militares puesto que la
corta etapa democrática vivida hasta entonces con Suárez había sido
aperturista en muchas cosas y no sentía estar oprimido políticamente. Y mi
aprecio por Suárez subió muchos puntos cuando vi que no se agachó, que siguió
sentado, erguido, en su sillón mientras todos los demás diputados se echaron al
suelo. “La dignidad de España la ha mantenido Suárez”, pensé y sigo pensándolo
hoy día. Y lo mismo cabe decir de su ministro de Defensa, el casi anciano
general Manuel Gutiérrez Mellado, al que zarandearon y quisieron tirarle al
suelo sin conseguirlo."
Por otra parte también entrevisté a mi madre y la escuchaba expectante cuando me decía lo siguiente...:
"Lo viví mientras trabajaba en unos Grandes Almacenes en el Departamento de Crédito en Barcelona y me enteré porque había dos compañeras que eran representantes sindicales y ellas nos dieron a conocer a todos los presentes la noticia. Me pilló totalmente de sorpresa pero lo que más me impresionó es cuando una de mis compañeras entró sumamente nerviosa, llorando y decía así: "todo lo conseguido se va al traste, vamos a volver a un gobierno dictatorial de nuevo y todo lo que se ha conseguido hasta el momento (derechos, libertades...) se acabarán" Decía que si seguía adelante esta situación tenían preparado el pasaporte para salir de España junto con sus familiares. Todo esto me alarmaba, también su postura y su forma de ver lo que acababa de ocurrir. Yo no pensaba en esa posibilidad. Recuerdo uno de los jefes, que se encontraba contento, plácido, era una persona contraria a la posición que adoptaba mi compañera, de acuerdo con el golpe de estado. No se sabía si se iba a entrar a raíz de esto en una guerra civil, o si los tanques iban a estar ya en las calles."
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