lunes, 28 de noviembre de 2016

¡Lecheras llenas de grises!



Mi padre tenía por aquel entonces 11 años, vivía en un barrio obrero en Valladolid y recuerda la época de la muerte de Franco y los meses en torno a la misma como una serie de acontecimientos- bastante dispersos a causa de su edad- que realmente le impactaron.
Antes de morir Franco,  la gente era consciente de que algo iba a ocurrir, estaban alterados en el barrio por las huelgas de FASA Renault, etc. e incluso en televisión hubo gente que se ofrecía a donarle sus propios órganos para su recuperación.
El día que murió Franco, mi padre se había levantado pronto para estudiar ya que tenía un examen y cuando llegó a la escuela y vio que estaba cerrada, le comunicaron lo que había ocurrido.
Ese día y los que siguieron, las calles de su barrio eran inseguras. Todos los días llegaban montones de furgonetas antidisturbios (llamadas entonces “lecheras”), llenas de policías a quienes llamaban “los grises”. Estos se organizaban de forma militar y disolvían a los trabajadores lanzando botes de humo y pelotas de goma.
Los hermanos mayores de mi padre, todos los días volvían a casa alterados porque los grises habían estrado en las facultades a disolver y disuadir las asambleas estudiantiles que aunque en numerosas ocasiones no se llevaban a cabo, la policía arremetía contra los estudiantes de igual manera.
Pero quizá lo que más impactó a mi padre fue el día en que volvía de jugar al fútbol cuando de repente el autobús tuvo que parar por la gente que se agolpaba alrededor  y fue entonces cuando vio que grupos de extrema derecha (Fuerza Nueva y Falangistas) que “se comportaban como salvajes” repartían golpes brutales a cualquiera que pasara por las calles del centro de Valladolid. Realmente mi padre no llegaba a entender lo que estaba ocurriendo. Al cabo de los años lo comprendió.

domingo, 27 de noviembre de 2016

OTOÑO DEL 75 .

La represión del régimen franquista no fue igual en toda España, y mas en los últimos años de Franco. Una de las zonas donde más dura fue la represión del régimen fue en las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya ,justamente en el pueblo de Tolosa (Guipúzcoa) se encontraba mi padre con la misma edad que yo estudiando y residiendo en régimen de pensión en una familia particular. 
Allí su forma de vida no era distinta a la de cualquier otra persona que vivía en un pueblo castellano, vió por primera vez lo que era una huelga general; todos los comercios y empresas cerradas,y en la calle solamente guardias civiles y los famosos "grises" armados.Era cotidiano ver gente detenida por apoyar la lucha obrera, por tener propaganda que era ilegal en forma de boletines (ya que ninguna prensa decía la verdad) o simplemente por hablar mal del Generalisimo. En todas partes existían servicios de información del régimen que se dedicaban a escuchar o espiar comentarios en los bares o en cualquier otro lugar con el fin de denunciar a esta gente al cuerpo policial. En las manifestaciones , en el paseo San Francisco,(como aquí el espolón) siempre se encontraban dos grupos diferenciados, por un lado multitud de gente de todas las edades y condiciones que salían a la calle a manifestarse, y por el otro la guardia civil y la policía fuertemente armados . Siempre en todas estas cuando daban el toque de ¡¡carga!! ,se empezaba a disolver la manifestación debido a que la policía se enfrentaba a los manifestantes con botes de humo y hasta con pelotas de goma con lo que solo quedaban allí los más "radicales". Hasta el punto que en la parte vieja de Tolosa,los vecinos dejaban en sus portales, calderos con agua y toallas para echarse en los ojos para aliviar la irritación de los mismo  producida por los botes de humo. Estas situaciones se daban muy a menudo, semana si ,semana no . La mas gorda que recuerda mi padre fue en el Diciembre del 74 , debido a la cual al año siguiente se aplicó el estado de excepción en las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya , a diferencia del resto de España;la policía podía acceder a los domicilios particulares sin ningún permiso y llevarte detenido y retenerte todo el tiempo que ellos quisieran,sin limite de tiempo ,normalmente en el Gobierno Civil de San Sebastián.




El 20 de Noviembre de 1975, día en el que el general Franco murió, mi padre lo recuerda como un día singular. Siendo por  la mañana un día como otro cualquiera, pero al llegar la media tarde,vió como muchos coches de la guardia civil tenían mas movimiento de lo normal. Cuando anocheció la gente empezó a manifestarse en el puente del Rio Urumea, como siempre, botes de humo, pelotas de goma y hasta tiros, los cuales oyó desde casa ya que vivía cerca .También recuerda que habló con el padre de la familia con la cual vivía y este se pasó toda la noche pegado al televisor y a la radio escuchando noticias,y partes informativos con una gran alegría ,esperando el desenlace.
Al día siguiente cuando fueron a clase y vieron que estaba cerrado con una papel de información en la puerta de la escuela que ponía "Franco ha muerto, las clases quedan suspendidas" solo se oían comentarios de la gran fiesta que habían tenido la gente la noche pasada tras conocer la noticia . Todo este clima de represión policial a estos niveles, consecuencia de la lucha obrera de la población, continuó a pesar de que se abrió una puerta de esperanza con el fallecimiento del Dictador.




miércoles, 23 de noviembre de 2016

Mi madre apenas tenía 5 años cuando murió Franco. Desde su mente de niña recuerda que fue un día especial porque no hubo colegio, pero se daba cuenta de que no era un día festivo al uso. En el ambiente detectaba miedo e incertidumbre, en la televisión se hablaba de la muerte de un señor que debía de ser muy importante. Cuando volvió al colegio, las monjas seguían hablando del tema como si de la muerte de un "santo" se tratara. Pero en casa pasados unos días se respiró tranquilidad y alivio , se avecinaban cambios importantísimos para nuestro país, se abrió paso a una época de retorno de las libertades. Pasados unos años fue cuando comprendió la famosa frase: "Si Franco levantara la cabeza..."

domingo, 20 de noviembre de 2016

20N "Españoles, Franco ha muerto"

Hace 41 años, un 20 de noviembre de 1975 de apariencia normal se transformó en una fecha recordada por los españoles, para bien o para mal, y que marcó un antes y un después en nuestra historia.
Pero..¿cómo vivió España este día?
Al confirmar Carlos Arias la muerte de Franco cayeron sobre España sentimientos contrarios. Por un lado alegría y felicidad por su muerte, por el posible final de la dictadura, y por la suspensión de las clases durante una semana para todos los estudiantes (mis padres entre ellos; los cuales solo tenían 10 años y a pesar de ver pegatinas por la calle anunciando la noticia y las numerosas marchas militares que en esos momentos solo emitían en la televisión no le dieron mayor importancia y se limitaron a disfrutar de la semana libre de escuela). Pero también se podía sentir miedo y preocupación por lo que vendría después, si comenzaría la tan ansiada democracia, si seguirían con el mismo modelo de gobierno o si habría revueltas por el control del poder; mis abuelos entraban en este grupo puesto que cuando se enteraron de su muerte reaccionaron con miedo al futuro y preocupación por los conflictos que pudieran surgir.

Con este cúmulo de sensaciones se despertó España 4 días más, hasta la proclamación del rey Juan Carlos I, iniciando así la Transición Española y más tarde nuestro actual modelo político: la democracia.
Yo no viví ese momento histórico pero he recabado el testimonio de mi padre, el cual dice:

En aquel noviembre de 1975, me encontraba cursando 1º de BUP en el Instituto Antonio Machado de Soria, el cambio de la EGB a nuestra nueva situación hacia que tuviéramos nuevas inquietudes no sólo en el ámbito educativo, sino que también tomábamos conciencia de la situación social del país.
Por ello y ante la enfermedad del entonces Jefe de Estado, como todo el mundo convivíamos a diario con los famosos “partes médicos sobre el estado de salud” que nos alargaban el inevitable desenlace. En esa mañana, como en otras anteriores, acostumbraba a escuchar las noticias por radio, y esta mañana la noticia estrella era la del deceso del dictador, por ello al bajar al centro, lo hice sin libros, como la casi totalidad de compañeros, intuyendo que las clases se suspenderían, como así fue.

La vida en general, no tuvo más alteraciones que las producidas  por la invasión de noticias y reportajes en prensa escrita, radio y televisión, con los protocolarios actos en tales acontecimientos. La gente debía de seguir trabajando para ganar su sustento, y eso sí subyacía   en el ambiente una nueva esperanza e ilusión por los cambios que se podían producir, pero contenida, quizás por la falta de libertad del pueblo a expresarse libremente hasta entonces.

20N EN TIERRAS ALTAS

Mi familia, que en el año 1975 vivía en un pequeño pueblo de la comarca de Tierras Altas me contó, que para ellos, el día de la muerte de Franco (un día tal como hoy hace 41 años) no fue nada especial (excepto para mi madre que recibió una semana de vacaciones en el colegio). Mis abuelos estaban realizando la matanza del cerdo para almacenar provisiones como todos los años por esas fechas cuando, en la televisión de una de las vecinas vieron la noticia en la única cadena que en ese momento se podía disfrutar en el pueblo y escucharon esas palabras de Carlos Arias Navarro que han quedado grabadas en la mente de todos: "Españoles... Franco ha muerto". 

Para ellos este momento, supuso el fin de las opresiones que recibían por parte de las autoridades religiosas y civiles que pese a haberse reducido en los últimos años de la dictadura seguían presentes y les impedían trabajar en el campo y expresarse con libertad. 

Carlos Arias Navarro anunciando la muerte de Franco

41 años atrás

Franco llevaba muriéndose desde principios del curso 1975-1976, pero ya llevabamos dos meses en el internado de Carrión de los Condes (Palencia) y la vida continuaba con el dictador ingresado en el Hospital de la Paz (Madrid). El Equipo médico informaba diariamente del estado del paciente.  La situacción parecia  estable, en toda España  la población rezaba por él, o eso dean. Hoy sabemos que había tantos españoles rezando por su vida, como los que esperaban con ansiedad su muerte para celebrarlo con champagne.
En el internado la vida continuaba con normalidad, clases, deporte escolar en los campos de fútbol de tierra, misas y rosarios, recreos llenos de vida, etc. La vida seguía, las clases de Matemáticas con D. Vicente; D. Ricardo y D. José María nos hablaban de Geografia e Historia y nos abrían el mundo en aquellas clases con filminas con las que nos relataban sus viajes. Había ansiedad por los pasillos y un rumor, "cuando muera Franco nos darán unos días de vacaciones". Sin embargo, recordábamos la muerte del anterior presidente del Gobierno, Carrero Blanco,  después de un atentado de ETA, y nuestra vida continuó en el internado con normalidad.
Don Cecilio Laso era nuestro profesor de Francés y mientras nos enseñaba el idioma del país vecino, y entre cigarro y cigarro de celtas sin emboquillar, nos introducía en la cabalística de los números. Don Cecilio desde principio de curso nos había anunciado que el dictador moriría el 19 de noviembre de 1975. En sus cábalas sumaba principio y final de la guerra civil y daba como resultado, 19 de noviembre de 1975. Así era si sumabamos:
   18 - 07 - 36
+ 01 - 04 - 39 
---------------------- 
   19 - 11 - 75
Con sus cábalas D. Cecilio nos animó aquel primer trimestre y como si de una lotería se tratara, veíamos como día tras día Franco superaba numerosas crisis, hasta llegar al ansiado 19 de noviembre. Ese día nos acostamos con la incertidumbre,  si de las 22:00  a las 24:00 horas, el dictador moriría. Fue a la mañana siguiente, cuando nos anunciaron que Franco había fallecido, sólamente unas horas después de lo pronosticado por D. Cecilio. Los responsables del internado nos reunieron para comunicarnos que el "Caudillo" había fallecido y que por consiguiente nos daban unos días de vacaciones, creo que alrededor de una semana. Todavía hoy, sigo sin entender aquella semana de vacaciones.
   
Cuando llegamos a nuestros lugares de destino, nos encontramos con un pueblo lleno de incertidumbre y pesimismo: Franco ha muerto. En general se podía decir que había mucho miedo a lo que vendría, como si el sostén del mundo hubiera desaparecido. Por fortuna nosotros no creíamos lo mismo y aprovechamos muy bien esos días en el pueblo, fueron unas vacaciones en toda regla, pero en noviembre. La televisión era un tostón,  con marchas militares y gente haciendo unas largísimas colas para ver a Franco de cuerpo presente, pero en la calle estabamos todos del pueblo.
El nuevo régimen aprovechó la infraestructura del anterior para organizar una visita a Madrid con el objeto de "apoyar" la coronación del rey, era el 27 de noviembre. De tal forma que la mayor parte de la gente que había acudido el 2 de octubre a la Plaza de Oriente a apoyar  al Caudillo, acudía ahora para apoyar al nuevo rey, al que muy pronto apodarían con el nombre de Juan Carlos I "el breve".
En realidad se trababa de un viaje gratis a Madrid, así que fuimos muchos los que, con nuestos padres aprovechamos aquellla oferta. Los autobuses nos dejaron en la Casa de Campo y desde allí nos dirigimos a pie al centro de Madrid. Madrid era una fiesta, pero no vimos al nuevo rey. Sin embargo, los que se quedaron en sus casas pudieron ver como Radio Televisión Española realizaba una de las primeras emisiones en color, diferenciando lo que había hecho días antes en el funeral de Franco, que se había emitido en blanco y negro.
La Iglesia también tomaba posiciones, pues el funeral del dictador fue oficiado por el Cardenal Primado de España, de clara significación conservadora aunque independiente del régimen, D. Marcelo González, mientras que la misa de Consagración de la Corona fue oficiada por el Cardenal de Madrid-Alcala, D. Vicente Enrique y Tarancón, de claro ascendente aperturista. Una nueva España estaba naciendo.
En este enlace podéis leer la homilia del Cardenal Vicente Enrique y Tarancón en el Acto de consagración de la Corona en la Iglesia de San Jerónimo el Real en Madrid. 
Por último, en los útimos años se han extendido muchos rumores sobre el momento exacto de la muerte de Franco. Para muchos murió el 19, pero interesó hacer público que había sido el 20, para hacer coincidir la fecha con la de la ejecución de José Antonio Primo de Rivera.
Luis C. Pastor 

sábado, 19 de noviembre de 2016

En el caso de mí familia la muerte de Franco se vio desde dos puntos de vista. Por un lado, una parte de mi familia estaba tremendamente feliz por la muerte del dictador y porque creían que era posible la llegada de una democracia y, por tanto, el fin de la opresión. Sin embargo, otra parte de mi familia tenía miedo a que ocurriría tras su muerte, si llegaría la ansiada democracia o que un sucesor continuase con la opresión característica de la España fascista y, como consecuencia, desencadenara otra guerra civil.
De modo que se dieron dos dos puntos de vista opuestos, sin embargo, todos coinciden en que la llegada de la democracia tras su muerte supuso una gran mejoría en España en todos los sentidos y consideran que la democracia, a pesar de algunos fallos, fue el mejor cambio que ha habido en el país.

Así que, el día de la muerte de Franco fue un día de alegrías y miedos, pero ese día nos ha permitido llegar a la democracia en la que nos encontramos actualmente.

miércoles, 24 de febrero de 2016

El 23 de Febrero de 1981 mi padre estaba volviendo a casa del colegio, cuando llego mi abuelo le dijo que no podía salir, mi padre al tener 12 años no entendía nada y se quedo en casa toda la tarde. Él notaba que algo iba mal al ver la cara de mi abuelo. Mi madre cuando ocurrió estaba trabajando, le tocaba el turno de tarde, en su trabajo no paraban de comentar el tema y al volver a casa pasaron ella y mis abuelos pegados a la radio. Mis abuelos tenían miedo y hasta que el tema no se tranquilizó no le dejaron salir de casa, había mucha incertidumbre, no se sabía lo que iba a pasar.

Las cercanias del 23F

Mi padre se acordaba de su historia del 23 de febrero del 81 en la que el estaba en el primer año de carrera de filosofia.Mi padre tuvo que llevar a su tía en coche a casa de su prima, en este viaje pasaron por la castellana y a mi padre le sorprendió lo vacía que estaba la calle, cuando llegaron a la casa sonó el teléfono y lo cogieron, el gesto que hizo la mujer fue de ponerse las manos en la cabeza,al principio mi padre creyó que sería la muerte de un familiar, pero cuando colgaron y se lo explicaron vieron que era un golpe de Estado, inmediatamente pusieron la tele.. y estaba la carta de ajuste. Mi padre no estaba muy asustado y decidió volver a casa, cuando recibió una llamada de un amigo de casa alertándole y diciéndole que no volviera que la castellana estaba ocupada por los tanques.Mi padre no le hizo caso y volvió a casa pasando por la castellana, no vio ningun tanque, paró por el congreso de los diputados donde vio a bastante gente, allí habia periodistas donde hablaban del golpe de Estado, algunos de ellos apoyando el golpe y diciendo que España lo necesitaba, cuando mi padre se cansó se fue para casa porque al dia siguiente tenia clase.Al dia siguiente llegó a clase de historia de la filosofia donde el profesor les dijo un ``tranquilos jordis tranquilos´´ que es lo que le habia dicho el rey a Jordi Puyol,después de esto les dio el dia libre.

A mi padre,al día siguiente, se le ocurrió ir al congreso de los diputados a ver que pasaba y algunos de sus compañeros se fueron con él. Cuando llegaron allí, vieron un grupo de 300 o 500 personas. De repente mi padre escucho``José Manuel Mellado Colado´´, alguien lo estaba nombrando, mi padre al principio se asustó pero vio que el que lo estaba llamando era un antiguo compañero de los campamentos de la OJE.Cuando lo vi, le pregunto que hacía y este le respondio que su padre era un general golpista y estaban en una reunion; mi padre, que sus amigos eran más bien de izquierdas, cogió a su antiguo amigo de la OJE y se lo llevo a casa antes de que pudiera decir algo con lo que se pudiera iniciar una pelea. Después de llevarlo a su casa mi padre no recuerda nada especial, aparte de que el golpe fracasó.      

23F Soria

El 23 de febrero de 1981 mi madre con solo 12 años solo recuerda que ella estaba en la cama y por la noche al llegar mi abuelo de trabajar la despertó para decírselo, mi madre al tener solo 12 años no sabia exactamente lo que pasaba pero se dio cuenta de que algo grave estaba pasando por el gesto de preocupación de mi abuelo.

martes, 23 de febrero de 2016

23F

El 23 de febrero de 1981, mi madre era una estudiante de 4º curso de Filología que vivía en Zaragoza en un colegio mayor bastante conservador. Compartía habitación con una chica riojana y otra navarra del Baztán, Blanca, a la que mi madre confiesa haber tardado en entender con sus consideraciones sobre la identidad nacionalista, en aquellos primeros años de la democracia. La noticia del golpe de estado le llegó en el colegio, a  media tarde, en un boca a boca que se confirmó con la radio. Recuerda  que las conversaciones de las compañeras indicaban desconcierto, perplejidad y dudas acerca de lo que podía significar aquello,  un sentimiento parecido al que había vivido mi madre seis años antes, en los últimos días de vida del dictador Franco, cuando en casa y afuera se elucubraba acerca de lo que ocurriría tras su muerte. Pero ella estaba en el "útero protector" del colegio, y como entre semana no se salía, poco supo de lo ocurrido en las calles de Zaragoza.
Esa noche, mi madre habló un momento por teléfono con mi abuelo, que vivía en Soria,  y no se le escapó su preocupación: uno de mis tíos estaba a punto de empezar el servicio militar. Mi abuelo tenía entonces 60 años y había visto estallar la Guerra Civil con la misma edad que yo tengo ahora. Siempre tuvo una enorme desconfianza – dice mi madre -  hacia los militares y los curas, dado el poder que habían tenido en todos aquellos años. Y a menudo comentaba en casa, con precaución,  el peligro de los militares.
Mi tío Chema tenía 23 años, estudiaba sus oposiciones en Pamplona y vivió allí el golpe de otra manera. Recuerda que Pamplona era entonces una ciudad con una enorme conflictividad, con  semanas proamnistía cada poco tiempo y  huelgas generales pidiendo la amnistía de los presos en la Plaza del Castillo. Así que, en un par de horas, la calle se llenó de policías muy armados y antidisturbios en cada cruce de calles y avenidas.  La calle estaba tomada. Mi tío había quedado en  casa de una amiga que vivía enfrente del gobierno civil y la familia ya no  le dejó salir. Pasó allí la noche pendiente de la radio y de las ventanas desde las que siguieron las idas y venidas de los furgones policiales durante toda la noche.

Mi tío Jesús trabajaba  en Soria y vivía con mis abuelos. Tenía 28 años y  esa tarde estuvo en la calle: una cita con la que luego sería su mujer estuvo por encima de las recomendaciones familiares. Recuerda que no había gente en la calle, que había miedo porque la extrema derecha estaba entonces muy crecida. Él dice haber pasado más incertidumbre con la muerte de Franco, cuando estando en la mili en Soria, le tocó estar varias noches dando vueltas con el cetme alrededor del cuartel de Santa Clara.

La tarde del 23F en la capital Soriana

Aquella tarde mi madre se disponía a pasar un buen rato tomando un cafe y echando una partida de cartas con una amiga en el bar Jocar del calaverón. Cuando acabó la partida, fué directa a sus clases de mecanografía y taquigrafía en la academia que tenian los Irigoyen en la Avenida de Valladolid dando un paseo por la Alameda de Cervantes.
 A última hora de la tarde, un estudiante en la academia alertó de que había oído algo de que había habido un golpe de estado. En pocos minutos empezaron a circular avenida arriba, avenida abajo, los Seat 131 de la Policía Nacional. Cuando acabó la clase, mi madre volvió a casa donde vivía con su hermano pequeño. Subiendo a casa comenzó a darle un ataque de gota, al llegar a casa mi tío le informó de lo que pasaba, mi abuelo que era camionero estaba aquel día en Valencia y la familia estaba preocupada por lo que le pudiera pasar.
Aquella noche nadie salio a la calle, mi tío y mi madre vieron una película hasta que salió el Rey en televisión. Mi madre aquella noche con el ataque de gota, a penas pudo dormir, una noche para no olvidar.

23F

El 23 de febrero de 1981 fue un día especial en la historia de  España.
Mi padre estaba en Sevilla en clase en 3° de Bup, y cuando se enteraron de la noticia una compañera suya empezó a llorar porque su hermano estaba en la mili y la joven decía que iba a haber una guerra. Esto les hizo a todos preocuparse al ver llorando tan desconsoladamente a su compañera.
Cuando mi padre llegó a casa iba con un poco de miedo y al prohibirle mis abuelos bajar a la calle porque decían que podrían morir que igual había una guerra y disparos su miedo aumento. Para intentar enterarse de algo pusieron la televisión y la radio pero lo único que había eran marchas militares. Otra familia sevillana cuando se enteró del golpe compraron comida por si acasoy cuando sus hijos llegaron a casa les prohibieron salir también. A diferencia de la tensión que se vivía en una ciudad grande como Sevilla mis abuelos maternos que vivían en un pequeño pueblo de Soria hicieron vida normal ese día.

Recuerdos del 23 F


Del 23 de febrero mi madre recuerda que ese día se entero de la noticia al salir de la clase de inglés de la escuela de idiomas. Fue al llegar a casa cuando en la televisión se comentaba la noticia y se podían ver las imágenes en blanco y negro de los hechos sucedidos en el Congreso de diputados  y al ver a sus padres tan preocupados se dio cuenta de la gravedad de la situación que se había planteado con el golpe de estado. Mi madre en el año 1981, estudiaba en el colegio Sagrado Corazón de Soria y al día siguiente los profesores estaban desconcertados y se les notaba nerviosos dando las clases.  En las calles casi no había gente y se palpaba una sensación de miedo.

Mi padre recuerda que estaba estudiando en Zaragoza, ese día tenía clase en la universidad, acaba las clases a las 21 horas y al salir no vio nada raro. Cuando llego a casa se enteró en la televisión de lo que había ocurrido, como no había suficiente información al día siguiente las clases continuaron normal. Nadie sabía lo que iba a pasar, en la universidad todo el mundo comentaba los hechos  que habían visto en televisión. Recuerda que comentaron en televisión que a pesar de que los asaltantes intentaron que no se transmitiera por televisión el asalto al Congreso, unas cámaras autónomas grabaron los hechos. El discurso del rey tranquilizó mucho a la población porque temían la vuelta a una dictadura militar. También se acuerda de que el único diputado que no se tiró al suelo por los disparos fue Santiago Carrillo. Un amigo suyo que estaba cumpliendo el servicio militar en Valencia salió a la calle con un tanque. A día de hoy se han conservado los balazos en el techo en recuerdo de aquel día.

La noche de los transistores

Mi madre cursaba COU en el colegio mayor CEU en la calle Claudio Coello en Madrid, era un colegio bastante conservador al que asistían una mayoría de alumnos de la derecha simpatizante al anterior régimen franquista. Dice mi madre que el golpe se podía barruntar por el movimiento de esta derecha, que realizaba escritos a modo de panfletos o notas breves que pasaban por las manos de los alumnos "anunciando" de algún modo un bombazo político (aunque no eran referentes ningún golpe de estado). Esta es la razón por la cual a mi madre el suceso no le pilló tan desprevenida al haber estado imbuida en este ambiente.

Recibió la noticia en directo por televisión, ella se encontraba en su piso de estudiantes de Madrid en la moncloa, curiosamente cerca de la "cafetería galaxia" conocido por la Operacion galaxia (nombre en clave dado a un previo pan golpista que tuvo lugar en 1978 durante el periodo de transición), vivia allí junto a su hermana mayor, pronto recibieron una llamada de su padre que les instaba a no salir de casa bajo ningún concepto. Mi madre afirma que no sintió miedo, por el éxito del golpe, pese a ser de izquierdas nadie de su familia  había entrado en política, ademas, pensaba que el golpe apenas era apoyado por los mismos militares y que existía una gran mayoría demócrata. No tuvo miedo, pero si admite que las horas previas a la intervención del rey fueron muy tensas, Madrid comenta se quedo "en blanco" refiriéndose al repentino silencio y vacío en las calles.

Para ella esta intervención del rey fue crucial en aquellos momentos (aunque califica el golpe de chapucero e inviable) y solo lamenta a modo de broma no haber sido periodista, puesto que fueron ellos los que de verdad tomaron parte en el suceso comunicándo todo a la ciudadanía.

Mi padre por el contrario vivió el suceso en Soria y recuerda la angustia de mi abuela que trataba de contactar con su hijo mayor que estaba por aquel entonces haciendo la mili en Melilla. También recuerda el desierto en las calles y el silencio, sin embargo cuenta que aquí fue relativamente tranquilo, por ser una pequeña provincia bastante aislada en la que no hubo ningún incidente notorio.
No se asusto mas que por la situacion de su hermano puesto que su padre era un hombre de derechas y había trabado amistades con antiguos cargos publicos del regimen.

23F en El Burgo de Osma

Recuerdo de mi padre:

El 23 de febrero de 1981 transcurre de una forma normal, lunes inicio de una semana monótona con los quehaceres de un chaval de 15 años, en el telediario de la noche nos enteramos de que alguien estaba ejecutando un Golpe de Estado en el congreso de los diputados y que los tanques estaban en las calles de Valencia. Pocas noticias más aparecían en la televisión, recuerdo que pusimos la radio buscando noticias nuevas, pero estas no llegaban, repetían una y mil veces lo mismo pero sin concretar, comentábamos entre los compañeros de estudio lo que podría pasar, de vez en cuando salíamos a la calle para ver si pasaba algo y  no pasaba nada ni nadie, pero volvíamos a la emisora de radio para saber lo que estaba pasando en ese momento, por la noche, muy de noche vimos el discurso del rey, lo primero que comentamos era que el rey estaba en España, porque las emisoras de radio nos decían continuamente que los miembros de la casa real ya se habían largado de España. El día siguiente nos llamaron por la mañana en el internado del colegio en donde estábamos “El sotanillo”, así lo llamábamos y nadie sabía nada del tema, pero por si acaso nos mandaron para clase, el desconcierto fue mucho mayor no teníamos clase pero tampoco nadie nos decía nada, simplemente los profesores no venían a clase, ellos estaban reunidos, y nosotros felizmente abandonados, así que alboroto total en el claustro del Instituto Santa Catalina de El Burgo de Osma. Ya pasados unos días entendimos lo que había pasado, y lo más importante entendimos lo que no pasó.


Mi padre durante el 23F

Mi padre tenía 14 años y esto es lo que me ha contando respecto al 23 de febrero. Yo era un adolescente y recuerdo ese día con una frase de mi padre "bajar a comprar harina, aceite y azúcar, esto es un golpe de estado". 
A partir de ese momento, en la radio sonaba música militar y en la tele no había noticias al respecto. 
Yo le preguntaba a mi padre que era un golpe de estado. Y él me dijo que era un gobierno formado por militares y que mucha gente se marcharía fuera de España.
Mi madre estaba asustada, porque la situación de España era muy convulsa con muchos atentados de eta, manifestaciones, huelgas y este era el resultado final  a todo esto.
Nadie se despegaba de la radio y la tensión se notaba. Yo había vivido la época final de Franco y no tengo malos recuerdos de la dictadura. Pero mi padre solo decía que si volvíamos a una dictadura lo pasaríamos muy mal.
Yo me fui a dormir y al día siguiente TVE dio las primeras imágenes. Recuerdo al Rey vestido de militar dando un discurso y lo notaba muy nervioso.
Me llamo la atención los tanques por las calles de Valencia, Tejero en las afueras del Congreso, la fortaleza de Suárez y Gutiérrez Mellado y sobretodo la gente normal en la calle cuando todo terminó. La manifestación fue impresionante.
Si me preguntan hoy que fue para mí el 23F se resume en ver a la gente de cualquier clase social, edad, sexo y condición política juntos por algo que hoy valoramos muy poco: la libertad para decidir sobre nuestro futuro.

Historia familiar

El día del intento de Golpe de Estado, mis padres vivieron experiencias similares. Caras adultas serias, tensión en el ambiente, y poca o nula información. Ese día ambos tenían nueve años, eran pequeños y no entendían la situación.

Para conseguir algo más de información, me dirigí a mi abuela, con la suerte de que sus hermanos estaban de visita ese día. Entre todos, reconstruyeron los sucesos de aquel 23 de febrero.

Mi tío abuelo Toño (Antonio) era en esa época celador del hospital, y se encontraba en su puesto cuando empezó el Golpe. Él acostumbraba a escuchar la radio durante su turno, y gracias a ello se enteró del suceso rápidamente. Corrió a avisar a las enfermeras y demás personal, en especial a Isabel Fraga. Esta médico era hija del por entonces congresista Manuel Fraga Iribarne, uno de los apresados en el Congreso. Al principio se negó a creerle, pero intentó comunicarse con su familia, y, no lo consiguió. Por fortuna, un rato después pudo contactar con su hermana, la cual le confirmó todo lo que estaba sucediendo. Se tranquilizó relativamente al conocer la situación, y, aunque todos en el hospital estaban muy preocupados, había pacientes que atender.

Por otra parte, he tenido a mi tía abuela Teresa para contarme lo que pasaba por las calles, que se redujo a nada ni nadie. Ella estaba volviendo a su casa en coche tras una clase de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas, cuando escuchó la noticia.  Vio cómo poco a poco todas las tiendas iban cerrando y la gente se encerraba en las viviendas. Ella tenía prisa por llegar también a su casa para estar con su hijo, el cual era muy pequeño. Y le preocupaba no saber cuánta comida tenía en la despensa en esos momentos, cerca del fin de mes. Preparándose para lo peor, condujo hasta llegar a su hogar, y allí esperó a la resolución del conflicto. Estuvo escuchando la radio todo el tiempo, pero las noticias llegaban sesgadas. Las radios públicas habían dejado de emitir, pues eran tomadas por los golpistas, y poco a poco las privadas se convirtieron en la única fuente de información. Pasó toda la noche preocupada por las comunicaciones, llamando a la familia. Algo de lo que aún se acuerda es que, justamente en el momento en que Tejero irrumpió la sala, un congresista soriano estaba a punto de votar.

Y, aunque esa noche no durmieron nada, a la mañana siguiente hubo que ir a trabajar. El miedo fue palpable ese día en todas sus vidas; la huella de esa fatídica velada no se ha borrado de las memorias ni de los más pequeños.

MIEDO AL PASADO

   En esa época mi madre vivía en un pueblo de Badajoz, Don Benito, tenía 17 años y estudiaba COU. Esa tarde estaba en clase particulares de Inglés, a media tarde el marido de la profesora entró en el aula y les comentó que había oído en la radio, Cadena SER, que unos militares habían irrumpido en el Congreso de los Diputados; la profesora les dijo que se fueran a casa inmediatamente. De camino se encontró con unos curas que eran comunistas y éstos le mostraron su preocupación y miedo por su afinidad política, de hecho uno de ellos esa noche huyó a Portugal.
   El resto de la tarde y la noche la pasaron despiertos, pendientes toda la noche de las pocas noticias que se retransmitían en la SER, ya que la televisión sólo emitía programas de música clásica.
   En casa de mis abuelos había mucha preocupación, ya que por un lado mi tío estaba a punto de finalizar sus estudios y podría ser reclutado en el Ejército y porque mi familia tenía ideas de izquierdas y recordaba cómo se había vivido en la época franquista (Franco había muerto 6 años antes).
   El alcalde de Don Benito era del partido comunista, también cruzó la frontera a Portugal, al igual que otros muchos vecinos del pueblo.
   Cada vez que mi madre ve las imágenes grabadas de ese día dice que lo recuerda como si lo estuviera viviendo de nuevo.

Incertidumbre del 23F

Mi madre recuerda bastante bien ese día, por ese momento apenas tenía 14 años y acababa de salir de Ólvega, donde vivían sus padres y sus dos hermanos pequeños, para venirse a la capital a cursar bachillerato. Como cualquier otra jornada normal, ella fue al instituto Castilla y a las 18.15 volvió al Colegio Menor Antonio Machado donde residía y compartía  instalaciones con otras 160 chicas.
Tras haber merendado tenían dos horas de estudio obligatorio, así que se dirigió a la sala que le correspondía. Poco después la directora irrumpió en la habitación y susurró algo a la persona que les cuidaba de tal modo que las residentes se quedaron sorprendidas ya que no sabían lo que estaba pasando, les mandó bajar rápidamente las persianas al mismo tiempo que les avisaban que no debían alborotarse. Durante esa noche todas se imaginaban mil y una historias que podrían suceder, pues no les permitían ver la tele y tampoco tenían radio para enterarse del verdadero acontecimiento. A la mañana siguiente cuando fueron al instituto no dudaron en preguntar qué era lo que había pasado, pero, como todavía eran pequeñas no entendían muy bien lo que significaba un golpe de estado así que cuando llegó la hora de historia le preguntaron a la profesora, ella les explicó que el teniente coronel Tejero había asaltado el Palacio de las Cortes junto con un grupo de guardias civiles en un intento de alzarse con el poder.

Ese fin de semana cuando regresó al pueblo recuerda haber comentado con los vecinos lo que había pasado y el miedo que tenían ya que no sabían con certeza lo que les depararía el futuro.

23 F con nieve


El 23 de Febrero de 1981, mi padre que por aquel entonces era un joven de unos escasos 20 años, el menor de 4 hermanos de los cuales dos de ellos después de estudiar habían tenido que buscar una nueva oportunidad fuera de la provincia soriana, se encontraba justo ese día solo con mis abuelos en el pueblo. Era un frío día de invierno, terriblemente común en las tierras sorianas y incluso recuerda que nevara. La tele solo anunció mínimamente lo que estaba pasando y pronto tuvieron que encender la radio para enterarse de lo que estaba ocurriendo. Así transcurrieron gran parte de la tarde y hasta altas horas de la madrugada, cerca del hogar. La gran preocupación de mis abuelos y de mi padre, el cual por aquel entonces le quedaban dos meses a lo sumo para empezar el servicio militar en León, fue entre otras cosas en la situación que le dejaría si el golpe militar triunfara.

A pesar de que al día siguiente todo se había solucionado ya, recuerda que incluso aquella noche en la pequeña ciudad soriana, hubo algunos movimientos para esconder ciertos documentos que hubieran puesto en serio compromiso ha mucha gente si finalmente el golpe de estado del teniente coronel Tejera hubiera culminado.

La transición en peligro

Lo primero que me ha contado mi madre es cómo supo de la noticia de la entrada de los militares en el Congreso de los Diputados estando en casa con su madre. Ambas se asustaron y sobre todo mi abuela, que recordó los terribles momentos de su infancia en la Guerra Civil. Siguieron las noticias por la radio temiendo que los sublevados se atrevieran a disparar a los miembros del Gobierno.
Lo que más impresionó a mi abuela fue la intervención del Rey, muy acertada y tranquilizadora; y no se le olvida la imagen de Gutiérrez Mellado que se atrevió a enfrentarse a Tejero. Mi madre recuerda mucho más el día siguiente en el Instituto. Ella cursaba 1º de BUP y pasaron la mañana sin salir de clase, escuchando la radio con su profesor de lengua e inglés y haciéndole muchas preguntas sobre qué podía pasar en adelante. Una amiga suya estaba muy preocupada por su hermano que estaba haciendo "La mili".
La conclusión de las dos es que nuestros políticos estuvieron a la altura de las circunstancias y que la acción golpista fue mal coordinada y chapucera; por otro lado, la política de aquellos tiempos tenía muchos retos con el pasado reciente del franquismo.
Gutiérrez Mellado y Adolfo Suárez frente a los golpistas

23F



Hoy, día 23 de febrero de 2016, mis padres todavía recuerdan con lucidez aquel Golpe de Estado acaecido justo hace 35 años, de la mano del Teniente Coronel Antonio Tejero.
Mi padre, para entonces estudiante de segundo año de Medicina en la Universidad de Valladolid, se disponía a regresar a casa, tras sus clases diarias, cuando le pareció ver algo extraño siendo retransmitido por todas las televisiones de una tienda de televisores. Efectivamente, se estaba produciendo un Golpe de Estado. Aún recuerda el temor y la incertidumbre respirables en su casa. Al día siguiente, ya con el ambiente más calmado tras la intervención del rey Don Juan Carlos I, la situación fue el único tema tratado por todos. Para entonces, ya sospechaban que ese día quedaría grabado en sus memorias para siempre.
Mi madre, por su parte, no recuerda haber vivido momentos realmente tensos durante ese 23 de febrero de 1981. De hecho, su recuerdo es el de una tranquilidad inmensa y un gran orgullo tras escuchar el discurso del rey y observar la tranquilidad y buen temperamento con que Adolfo Suárez encaró el Golpe.
En definitiva, ambos recuerdan aquel día de forma diferente, aunque están de acuerdo en que, por suerte, todo se consiguió resolver de una manera óptima y efectiva.

Historia de la abuela del 23F


Entrada del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero al grito de "todos al suelo". EFE


Al preguntar desesperadamente en mi casa por una historia que escribir y cuando pensaba que ya no había nada que contar de mi familia y este dia tan señalado le pregunte a mi abuela que a sus 91 años no esperaba que se acordara de mucho pero ante mi sorpresa contesto rápidamente, tenía una historia para mi.


Realmente en el pueblo donde ella vivía no ocurrió nada aquel día más que la preocupación propia de tal acontecimiento, pero no así lo que le ocurrió a Celestino Santos, guardia civil en el congreso, que fue herido durante los tiroteos que se realizaron en el congreso, la verdad es que la memoria de mi abuela no alcanza para saber de que bando estaba ni mucho más de su historia, solo que después de este fatídico día nunca según mi abuela "se ha quedado bien". Nafría La Llana no olvidará este día debido a este gallego casado con Felisa López Núñez y mi abuela por supuesto tampoco.

23F en Madrid

Teniente Coronel Tejero, en el Golpe de Estado
El día 23 de febrero de 1981 a la hora del Golpe de Estado que dio el Teniente Coronel Antonio Tejero en la sesión de investidura de Calvo Sotelo como Presidente del Gobierno, mi madre tenía 12 años y vivía en Madrid. Estaba en clase de mecanografía, y cuando se conoció la noticia, la academia fue desalojada urgentemente pidiendo a los alumnos que se fueran directamente a sus casas y que no se quedasen por la calle, recalcaban que todos se marcharan a su casa. Cuando llegó a su casa, mi abuela le mandó ir a comprar algo de pan y se percibía en los vecinos del barrio de “Cuatro Vientos”, un ambiente tenso, con miedo y mucha incertidumbre ya que al anochecer el barrio se llenó de tanques y militares porque allí había muchos cuarteles del ejército. Aunque mi madre no sabía exactamente lo que significaba un golpe de estado, recuerda perfectamente cómo se sentían los vecinos de su portal, que no hablaban de otra cosa porque en esa época se tenía mucho trato con los vecinos.
Al día siguiente no hubo clase y en la televisión solo emitían marchas militares.
Barrio de Cuatro Vientos


Barrio de Cuatro Vientos, hoy en día ya no quedan casi cuarteles 

23F de 1981 en Navalmoral de la Mata.

Mi padre estaba haciendo la mili en el 1er depósito de sementales del estado en Alcalá de Henares, pero en esas fechas eran para distribuir todos los caballos y burros por toda la geografía española a las paradas del estado. Concretamente, a mi padre le toco Navalmoral de la Mata (Cáceres), junto con otros tres compañeros, cinco caballos y dos burros, desde Febrero hasta finales de Mayo y de ahí al cuartel. El 23F de 1981 para sus tres compañeros, el subteniente y él fue un día prácticamente igual al de los cuatro meses que estuvieron allí. Se levantaban a las 7 de la mañana, se aseaban lo primero, después limpiaban a los animales con raqueta y bluza y les echaban de comer también. Después de esas tareas, hacían la cama, limpiaban la habitación en general e iban a desayunar mientras esperaban a que llegara la gente de los pueblos con yeguas, burras, etc., para los sementales. De los sementales y las burras y yeguas etc., se ocupaban sus compañeros, mientras que la labor que desempeñaba mi padre allí era la de coger la bolsa de la compra e ir al mercado, hacer la compra (carne, pescado, fruta, etc., como cualquier persona), bajar a la parada y hacer la comida para sus tres compañeros y él. Después comían todos juntos, fregaban la vajilla donde habían comido y la cocina. Después de comer, se echaban la siesta excepto a los que les tocaba ir a segar, aunque esto tampoco lo hacían con mucho esfuerzo según me contaba él. Sobre las seis de la tarde y hasta las ocho de la tarde montaban a caballo y después hasta las nueve hacían una especia de merienda-cena, se duchaban y salían a dar una vuelta por el pueblo, el cual es aproximadamente tan grande como Soria. También era habitual que fueran a la discoteca porque los soldados de la parada del Estado entraban gratis. Por último, llegaban a casa, se aseaban y se iban a dormir.

En resumen, el 23 de Febrero de 1981 para mi padre fue un día como otro cualquiera, aunque sí estaban pendientes de la radio y de cómo iban sucediendo los acontecimientos mientras hacían algún comentario entre ellos, pero nada fuera de lo normal. Como anécdota, él me contaba que no tenían ni armas, lo único que se parecía a un arma era el cuchillo con el que partían el pan.