Mi padre tenía por aquel entonces 11 años, vivía en un
barrio obrero en Valladolid y recuerda la época de la muerte de Franco y los
meses en torno a la misma como una serie de acontecimientos- bastante dispersos
a causa de su edad- que realmente le impactaron.
Antes de morir Franco,
la gente era consciente de que algo iba a ocurrir, estaban alterados en
el barrio por las huelgas de FASA Renault, etc. e incluso en televisión hubo
gente que se ofrecía a donarle sus propios órganos para su recuperación.
El día que murió Franco, mi padre se había levantado pronto
para estudiar ya que tenía un examen y cuando llegó a la escuela y vio que
estaba cerrada, le comunicaron lo que había ocurrido.
Ese día y los que siguieron, las calles de su barrio eran
inseguras. Todos los días llegaban montones de furgonetas antidisturbios
(llamadas entonces “lecheras”), llenas de policías a quienes llamaban “los
grises”. Estos se organizaban de forma militar y disolvían a los trabajadores
lanzando botes de humo y pelotas de goma.
Los hermanos mayores de mi padre, todos los días volvían a
casa alterados porque los grises habían estrado en las facultades a disolver y
disuadir las asambleas estudiantiles que aunque en numerosas ocasiones no se
llevaban a cabo, la policía arremetía contra los estudiantes de igual manera.
Pero quizá lo que más impactó a mi padre fue el día en que
volvía de jugar al fútbol cuando de repente el autobús tuvo que parar por la
gente que se agolpaba alrededor y fue
entonces cuando vio que grupos de extrema derecha (Fuerza Nueva y Falangistas)
que “se comportaban como salvajes” repartían golpes brutales a cualquiera que
pasara por las calles del centro de Valladolid. Realmente mi padre no llegaba a
entender lo que estaba ocurriendo. Al cabo de los años lo comprendió.
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