martes, 23 de febrero de 2016

23F de 1981 en Navalmoral de la Mata.

Mi padre estaba haciendo la mili en el 1er depósito de sementales del estado en Alcalá de Henares, pero en esas fechas eran para distribuir todos los caballos y burros por toda la geografía española a las paradas del estado. Concretamente, a mi padre le toco Navalmoral de la Mata (Cáceres), junto con otros tres compañeros, cinco caballos y dos burros, desde Febrero hasta finales de Mayo y de ahí al cuartel. El 23F de 1981 para sus tres compañeros, el subteniente y él fue un día prácticamente igual al de los cuatro meses que estuvieron allí. Se levantaban a las 7 de la mañana, se aseaban lo primero, después limpiaban a los animales con raqueta y bluza y les echaban de comer también. Después de esas tareas, hacían la cama, limpiaban la habitación en general e iban a desayunar mientras esperaban a que llegara la gente de los pueblos con yeguas, burras, etc., para los sementales. De los sementales y las burras y yeguas etc., se ocupaban sus compañeros, mientras que la labor que desempeñaba mi padre allí era la de coger la bolsa de la compra e ir al mercado, hacer la compra (carne, pescado, fruta, etc., como cualquier persona), bajar a la parada y hacer la comida para sus tres compañeros y él. Después comían todos juntos, fregaban la vajilla donde habían comido y la cocina. Después de comer, se echaban la siesta excepto a los que les tocaba ir a segar, aunque esto tampoco lo hacían con mucho esfuerzo según me contaba él. Sobre las seis de la tarde y hasta las ocho de la tarde montaban a caballo y después hasta las nueve hacían una especia de merienda-cena, se duchaban y salían a dar una vuelta por el pueblo, el cual es aproximadamente tan grande como Soria. También era habitual que fueran a la discoteca porque los soldados de la parada del Estado entraban gratis. Por último, llegaban a casa, se aseaban y se iban a dormir.

En resumen, el 23 de Febrero de 1981 para mi padre fue un día como otro cualquiera, aunque sí estaban pendientes de la radio y de cómo iban sucediendo los acontecimientos mientras hacían algún comentario entre ellos, pero nada fuera de lo normal. Como anécdota, él me contaba que no tenían ni armas, lo único que se parecía a un arma era el cuchillo con el que partían el pan.

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