Mi
madre recuerda bastante bien ese día, por ese momento apenas tenía 14 años y
acababa de salir de Ólvega, donde vivían sus padres y sus dos hermanos pequeños, para venirse a la capital a cursar bachillerato. Como cualquier otra jornada
normal, ella fue al instituto Castilla y a las 18.15 volvió al Colegio Menor
Antonio Machado donde residía y compartía instalaciones con otras 160 chicas.
Tras
haber merendado tenían dos horas de estudio obligatorio, así que se dirigió a
la sala que le correspondía. Poco después la directora irrumpió en la
habitación y susurró algo a la persona que les cuidaba de tal modo que las
residentes se quedaron sorprendidas ya que no sabían lo que estaba pasando, les
mandó bajar rápidamente las persianas al mismo tiempo que les avisaban que no
debían alborotarse. Durante esa noche todas se imaginaban mil y una historias
que podrían suceder, pues no les permitían ver la tele y tampoco tenían radio
para enterarse del verdadero acontecimiento. A la mañana siguiente cuando fueron
al instituto no dudaron en preguntar qué era lo que había pasado, pero, como
todavía eran pequeñas no entendían muy bien lo que significaba un golpe de
estado así que cuando llegó la hora de historia le preguntaron a la profesora, ella les explicó que el teniente coronel Tejero había asaltado el Palacio de
las Cortes junto con un grupo de guardias civiles en un intento de alzarse con
el poder.
Ese
fin de semana cuando regresó al pueblo recuerda haber comentado con los vecinos
lo que había pasado y el miedo que tenían ya que no sabían con certeza lo que
les depararía el futuro.
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