El 23F, 23 de Febrero de 1981, fue sin duda un momento importante para la historia reciente de España, el último golpe de estado del país (aunque fallido). Este hecho sigue estando en la memoria de muchos, y hoy, como conmemorativo de ese día os contaré cómo lo vivió mi padre. La historia es la siguiente:
Mi padre estaba en la mili, se había apuntado como voluntario un año antes en el ejército de aire (pertenecía a la 11ª escuadrilla de honores) para poder quedarse en Madrid con su familia, a pesar de que debía hacer unos meses más de instrucción.
Era un día entre semana cuando por la tarde se comenzaron a oír sirenas, pero no le dió mucha importancia porque al ser en una ciudad como Madrid podría ser cualquier cosa.
Había una sesión en el Congreso (aunque él no estaba interesado en el tema y por lo tanto no muy informado) por una crisis de gobierno. Pocos días antes había dimitido Adolfo Suárez y el sustituto pretendía ser Calvo Sotelo, era su votación.
Esa tarde estaba en el instituto, ya que estudiaba por la tarde, en el nocturno, el último curso de instituto en el centro Ramiro de Maeztu. Como sabían que él era militar, nada más entrar le preguntaron si había visto algo raro, pero él no sabía nada. El profesor le dijo que habían dado un golpe de estado y había habido un tiroteo en el Congreso.
Era la primera noticia que recibía, e incrédulo, pensó que se trataba de una broma. Bajó a la secretaría para ver si podía llamar por teléfono y se dio cuenta de que era verdad, veía que alguna gente corría por los pasillos, algunos profesores con la cara blaca, en resumen, un nerviosismo generalizado.
Al ver que resultaba imposible llamar con tanto caos se fue a casa, a esperar la llamada del cuartel. Ese día se suspendieron las clases en toda España.
Cuando llegó a casa vio las famosas imágenes de Tejero dado tiros al aire, con lo que se preparó el uniforme sabiendo que no le tardarían en llamar, y estaba en lo cierto.
De camino al cuartel, en el metro, la gente lo miraba (o más bien al uniforme) algunos con cara de pena y otros asustados.
Al llegar al cuartel situado al lado de la casa de campo (en la Av. de Portugal) y cerca del palacio real, advirtió que se encontraba con las luces de emergencia.
Se presentó a su escuadrilla y le entregaron el CETME, o fusil (al que llamaban chopo, por la madera que tenía) y cuatro cargadores. Les dieron órdenes de estar alerta, porque iban a salir a patrullar por Madrid. Les asignaron en grupos de 4 o 5 personas con un coche y un conductor.
En su grupo eran todos conocidos, y no querían tener nada que ver con el golpe ni con los franquistas, decidieron que en cuanto abriesen la puerta y saliesen del cuartel con el Land Rover, en vez de seguir las órdenes de ir a disparar por Madrid (ya que sabían que en Valencia habían sacado tanques) se dirigirían a Portugal y no pararían hasta llegar al país fronterizo.
Por suerte, no llegaron a salir del cuartel, donde se reforzó toda la vigilancia, patrullas, y guardias del cuartel. Aunque también (teóricamente) se prohibió dar alcohol en la cantina, los únicos que bebían a escondidas, eran partidarios del golpe que lo festejaban, y ya hacían sus planes. Me comenta que, ya estaban "haciendo la lista" pues muchos mandos militares demócratas estaban muy preocupados porque si el golpe triunfaba, sabían cual iba a ser su destino.
Afortunadamente esa noche no paso nada, aunque durmieron con el fusil y los cargadores en el correaje, es decir, encima.
Amaneció con la misma tensión y muy escasa información. Les dejaron a los soldados que estaban libres de servicio ver un poco la televisión en la cantina. Al ver el comunicado del rey las cosas se calmaron y se estancó la situación, hasta que al día siguiente vieron saltar a los guardias civiles por la ventana del congreso. A partir de ahí vieron que el final del golpe había llegado.
Aún los tuvieron una semana más sin salir siquiera del cuartel, los únicos que salieron fueron los de la escuadrilla de honores (entre ellos mi padre), ya que su función era recibir a los altos mandatarios como jefes de estado, primeros ministros, casas reales... que recibían en Barajas en una parada militar.
El homenajeado fue un ministro turco de visita, y les ordenaron ir a casa para cambiarse y adecentarse para el recibimiento.
El homenajeado fue un ministro turco de visita, y les ordenaron ir a casa para cambiarse y adecentarse para el recibimiento.
Tras esa semana de reclusión ya pudieron salir y rehacer su rutina.
Al poco tiempo confinaron al general Armada en su mismo cuartel, arrestado, hasta decidir qué harían con él. Este fue un golpista (además de ser partícipe en la Guerra Civil junto al bando franquista, y en el sitio de Leningrado junto a la Alemania nazi. Información que podéis contrastar si quereís) que pretendía, en Colmenar viejo (Madrid), sacar el ejército a la calle, tanto a tanques como a soldados contra civiles.
A pesar de estar arrestado no pisó los calabozos, sino que estaba en un área residencial y allí vivía "a cuerpo de rey", con televisión a color, vídeo para que no careciera de entretenimiento, e incluso con entretenimiento sexual, pues acudían prostitutas frecuentemente.
La principal función de mi padre era desfilar en las paradas militares, y para que todo saliera perfecto, no dejaban de hacer instrucción de desfile. Había algunos mandos que al estar el general Armada en el patio paseando, paraban la instrucción y le daban novedades (esto es parar la instrucción , dar novedades de la escuadrilla y pedir permiso para poder seguir con el desfile, " SIN NOVEDAD MI GENERAL " le decían), pese a que estando arrestado dejaba de tener esa potestad, puesto que ya no tenía galones. Aún así, los afines al golpe y al franquismo seguían parando y saludándole con un ímpetu marcial.
Por otro lado cuando mi padre y otros compañeros pasaban a su lado de camino a la cantina o a otras dependencias del cuartel, ni se paraban ni saludaban, pues ya no tenía ninguna autoridad. Incluso me comenta que en alguna ocasión algún soldado escupía al árbol más cercano.
Todo esto, con el paso del tiempo se quedó en una anécdota, y los que antes brindaban por el golpe simplemente se mezclaron entre la masa, y al no haber intenciones de represalias, todo se diluyó.
El general Armada, al igual que otros golpistas, fue condenado por unos años que no llegó a cumplir debido a que el propio gobierno le indultó. Murió en 2013 a los 93 años.
Hay que tener en cuenta la época y el ambiente social. Según me cuenta mi padre, en su ambiente, la gente quería vivir tranquilamente, en paz, y pasarlo bien. Mucha gente pasaba de la política (con excepciones, claro), y esa fue la época de la movida madrileña en la que, me dice, muchos creían que "La mejor manera de anular la triste herencia del franquismo era pasar de èl, tener trabajo, vivir nuestra vida y que nos dejaran en paz como nosotros les dejamos a ellos."
Espero que os haya parecido interesante al igual que a mi me ha gustado este ejercicio de historia oral, y que reflexionemos sobre ello.
Guardias saltando por la ventana del Congreso |
Ana Gutiérrez Hernández 2ºE
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