UN 23 DE FEBRERO DE 1981.
Por aquel entonces, hacia pocos meses que mis
padres se acababan de conocer; eran muy jóvenes, y recuerdan aquello como algo
que vivieron con miedo y temor porque no sabían muy bien lo que pasaba ni lo
que hubiera podido suceder si aquello se
hubiera llevado acabo. Mi madre, como un día normal, recuerda que cuando por la
tarde llegó a clase les dijeron que se fueran a casa y que no salieran a la
calle, calles que por cierto, cuenta que estaban vacías, al igual que las
tiendas y bares. Cuando llegó a casa siguió los acontecimientos por la televisión,
y dice que se notaba el nerviosismo de los presentadores hasta que a la una de
la madrugada y aún delante de la televisión vieron como, el rey, Juan Carlos I,
salió para oponerse a la acción que aquellos militares estaban llevando acabo y
ordenar que se retiraran. En cambio, mi padre no recuerda mucho de ese día,
puesto que trabajó hasta tarde y se enteró cuando al llegar a casa, mis abuelos
se lo dijeron con mucho miedo. Hasta que por fin, a la mañana del día
siguiente, los militares abandonaron las Cortes.
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