sábado, 30 de marzo de 2019

GIRASOLES - Guggenheim Bilbao


GIRASOLES
Guggenheim Bilbao

La obra que elegí y que trataré a continuación se llama Girasoles (Tournesols). Fue pintada por el artista Anselm Kiefer en 1996. El cuadro mide 442 x 360 x 4,4 centímetros y está hecho con xilografía, goma-laca y acrílico sobre lienzo. Actualmente se encuentra en el Museo Guggenheim de Bilbao y su estilo es impresionista.

Anselm Kiefer, que nació en Alemania unos meses antes de que en Europa se librara la última batalla que ponía fin a la Segunda Guerra Mundial, creció siendo testigo de las consecuencias de una guerra moderna y de la división de su patria. Presenció igualmente la reconstrucción de una nación dividida y su lucha por la renovación.

Girasoles (Tournesols, 1996) pertenece a una serie de imágenes que Kiefer realizó yuxtaponiendo las formas fosilizadas de los oscuros girasoles con la imagen de un hombre desnudo. Aunque la figura guarda un gran parecido con el artista, se suele identificar a este hombre como Robert Fludd (1574–1637), un filósofo y ocultista inglés del siglo XVII que creía que cada planta del  mundo tenía su estrella equivalente en el firmamento, y que había una conexión entre el mundo microcósmico de la tierra y el mundo macrocósmico del cielo. [Las ideas de Fludd también inspiraron el libro de Kiefer Para Robert Fludd (Für Robert Fludd, 1995–96), que así mismo pertenece a la colección del Museo Guggenheim Bilbao]. Esta imagen también sugiere una vinculación entre el individuo y el cosmos que lo rodea.

He decidido elegir este cuadro por la impresión que me generó nada más verlo. Solo el impacto que crean los girasoles negros es espectacular. Más tarde, me fijé en el hombre que hay tumbado en el suelo, boca arriba y desnudo, en cierta manera, indefenso. En aquel momento se me pasó por la cabeza una vaga reflexión sobre el porqué de ese hombre ahí y de cómo todos, en algún momento de nuestra vida, nos podríamos ver identificados con él, como si viviésemos en un hastío, en un periodo de posguerra en el que nos faltan hasta las ganas de seguir adelante. Solo queremos tumbarnos y ver las estrellas, que están representadas por aquellas flores tan lúgubres. 

También, el hecho de que esté pintado en negro no quiere decir que sea un tiempo malo, sino un tiempo de descanso y meditación sobre lo que realmente hacemos los hombres y los puntos hasta los que llegamos para conseguir una cosa que seguramente sea efímera o no vayamos a disfrutar del todo. 


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