El pintor pretende transmitir al espectador una sensación de tranquilidad conformada por las líneas rectas y verticales del cuadro. Además, en la obra hay una ausencia de colores vivos excepto por la franja de color anaranjado que imprime viveza al cuadro. Los colores oscuros dan la sensación de frialdad y serenidad. Con la configuración en la que se ha realizado este cuadro, el autor consigue una obra menos impactante y más cercana a los espectadores.
Si nos vamos a un plano más personal, las siluetas del cuadro sugieren un paisaje casi espectral, como un castillo en lo alto de un acantilado con una catarata como fondo, que sería representada por la parte del lienzo sin pintar.
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