Marina, obra de Gerhard Richer es la obra que más me transmitió del Museo Guggenheim de Bilbao.
Este cuadro, pintado en 1998 está pintado en óleo sobre un gigantesco lienzo que ocupa una superficie de casi nueve metros cuadrados.
Richer, mediante la particular técnica de desdibujado con escobillas de goma, elimina el límite entre la fotografía y la pintura, que es la característica principal de la obra que me ha hecho elegirlo.
Al acercarte al cuadro, ves que la pintura está confusa, como borrosa o desenfocada, lo que te hace pensar si es un cuadro pintado tal y como lo describe el autor o una fotografía retocada, y este efecto es precisamente lo que hace de este cuadro una obra única y sublime.
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